April 26, 2021
Por William Camacaro
Desde Nueva York
“Habrá algunos que recordarán a Ramsey Clark como un hombre marginal. Hay muchos más que lo recordarán como amigo de la justicia, los oprimidos, los explotados y el imperio de la ley. Quizás a él mismo le gustaría ser recordado simplemente como alguien que usó la ley para ayudar a otros”.
Curtis Doebbler, abogado en derecho internacional
Durante los días de asedio en la guerra del Golfo Pérsico bajo el Gobierno de George H. Bush, tuve la oportunidad de conocer en Nueva York a un extraordinario ser humano, Ramsey Clark. Eran los años de la fanfarronamente llamada “Operación Tormenta del Desierto” organizada por el Departamento de Estado y el Pentágono.
Se presentó esta figura quijotesca, admirada por todos en el escenario de un evento de protesta, un ex Fiscal General de EE. UU. que, increíblemente, se oponía al intervencionismo estadounidense en Cuba, Venezuela y Nicaragua. En esa ocasión dio un discurso detallado del conflicto que estábamos viendo en pleno desarrollo, una guerra multicolor, que nos llegaba a nuestras casas, a nuestros livings por cortesía de CNN.
No veíamos sangre, ni cadáveres, solo fuegos artificiales y juegos parecidos a los “nintendos”, donde solo se presentaban algunos daños colaterales. Fue una guerra a distancia donde el televidente se mantenía alejado del dolor y la agonía de las víctimas iraquíes.
Ramsey Clark, un luchador social desde el centro del poder
Ramsey Clark era una anomalía extraordinaria dentro del establishment estadounidense. Un abogado profesional que llegó a ser Fiscal General del país, que estuvo en el centro de luchas de derechos civiles y humanos desde su alto cargo público, y que luego de dejar la cúspide del poder, abrazó causas progresistas en todo el planeta. Esto, en directa oposición a la hegemonía estadounidense y a la estrategia de sanciones unilaterales e ilegales contra países que no se alinearan con la política exterior de la potencia norteamericana.
En una segunda ocasión que lo vuelvo a encontrar, yo ya sabía que él iba viajando a Irak y sería uno de los abogados defensores de Sadam Huseín, en un juicio impuesto por el mundo occidental a casi todo el gabinete del líder iraquí, proceso judicial considerado por muchos sectores del derecho internacional como ilegal. Ramsey también era, por principios, opositor a la pena de muerte.
Tuve el atrevimiento de acercarme y preguntarle (venciendo mis temores ante la figura que estaba enfrente de mí), “¿no cree que será muy difícil para usted lograr algo en esa farsa de juicio?”. Y él me contestó: “Sería peor no hacer nada. Hay que ir a la batalla aun sabiendo que la vamos a perder. Hay que ir sabiendo que uno está del lado de la verdad y de la justicia”, y nos vimos las caras con una sonrisa.
En la cúspide del sistema judicial de EE. UU.
Ramsey sirvió a su país como el Fiscal General número 66 de los Estados Unidos, de 1967 a 1969, bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson. Ya desde su anterior puesto como Fiscal General Adjunto fue fundamental en la redacción de algunas de las principales leyes ambientales y de derechos civiles que cualquier generación anterior o posterior haya producido. Contribuyó a la Ley de Derechos Civiles de 1964, a la Ley de Derechos Electorales de 1965 y a la legislación que más tarde inspiró la creación de la Agencia de Protección Ambiental o EPA, por sus siglas en inglés.
Después de dejar su cargo público, se postuló a la presidencia de los Estados Unidos en 1972 y para el Senado en 1974 y 1977. Era hijo del juez de la Corte Suprema y ex Fiscal General, Tom C. Clark. Ramsey también fundó el International Action Center, con la idea de construir una plataforma que luchara por la justicia social, y por un mundo más justo e igualitario.
Su activismo lo llevó a viajar a países como Vietnam, Irak, Irán, Libia, Palestina, Sudán y muchos otros lugares que estaban bajo ataque o posible agresión por parte de los Estados Unidos. Puso su vida en peligro en innumerables ocasiones.
Premiado mundialmente
Ramsey Clark se opuso a la guerra de Vietnam desde el inicio y mantuvo una posición en contra de las sanciones unilaterales y coercitivas que Estados Unidos impone a nivel global.
Ramsey fue reconocido como receptor del Premio Gandhi de la Paz (1992) y el Octavo Premio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos humanos el 10 de diciembre de 2008, en el sexto aniversario de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos. También fue honrado con el premio International Courage of Conscience (premio internacional a la valentía de conciencia), de la Fundación Peace Abbey.
Por todas estas razones Ramsey desataba grandes admiración pero a la misma vez rivalidades con el establishment que él constantemente desafiaba.
Solidario con Cuba, Nicaragua y Venezuela
En Latinoamérica llegó a estar muy involucrado en la solidaridad con Nicaragua, Cuba y Venezuela. En 1984, el gobierno sandinista demandó a Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), principal órgano judicial de la ONU, por su apoyo a la “contra”. Pero Washington no reconoció la jurisdicción de la CIJ. El caso tuvo consecuencias políticas y jurídicas en contra de los Estados Unidos. Ramsey Clark fue asesor en ese entonces de un joven abogado que llevaba el caso, llamado Paul Reichler.
Cuando Ramsey viajaba a Nicaragua, se alojaba en casa del venerado sacerdote Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea General de la ONU. Eran muy amigos. Cuando Ramsey visitaba el país, el padre D’Escoto le organizaba tertulias con líderes latinoamericanos. Trabajaron juntos en una enorme variedad de temas por más de 40 años, incluyendo las situaciones de Cuba y Nicaragua.
Recuerdos personales: reunión con un joven Nicolás Maduro
Puedo mencionar algunos hechos personales que llegué a ver y que hablan claramente del carácter humano de Ramsey Clark. En el año 2000 llegó un joven recién electo a la nueva Asamblea Nacional de Venezuela y me pide que le organice una agenda. La primera reunión que aquel recién electo diputado de la revolución bolivariana tuvo en Nueva York fue con Ramsey Clark, en su bufete de abogado que quedaba en ese entonces en la calle 12 de Manhattan.
Aquel joven diputado llamado Nicolás Maduro estaba fascinado con la conversación que mantenía de manera muy fraternal con el ex fiscal. Esta actividad se concretó a pesar de haberme comunicado a último minuto con Ramsey. Él nos atendió y pudimos conversar un largo rato, sobre casi toda América Latina.
Solidaridad con Venezuela a base de principios de respeto a la ley
Ramsey estuvo involucrado como primera figura de la solidaridad con la Revolución Boliviariana en Venezuela en muchos momentos. Su apoyo no era ideológico sino basado en principios. No aceptaba la política ilegal de sanciones, ni el intervencionismo que violaba la soberanía de otros pueblos. Por eso no dudó en ser activo en actos de defensa y denuncia.
El 8 de noviembre de 2005 en el famoso Town Hall de Times Square, Nueva York, llevamos a cabo la actividad más grande que se haya realizado en apoyo a la revolución venezolana en los Estados Unidos llamada “Noche de solidaridad con la Venezuela Bolivariana”. El evento estuvo repleto, casa llena, y el Miami Herald a través de un periodista que estuvo allí lo reseñó: “Chávez tiene que tener mucha gente porque para llenar un lugar como este” en “pleno corazón de Manhattan, es porque la revolución bolivariana debe de tener miles de seguidores”.
El sábado 23 de septiembre de 2006, el ya ministro de Asuntos Exteriores venezolano Nicolás Maduro, quien formaba parte de la delegación de Venezuela que asistía a las reuniones de la ONU, fue detenido por autoridades del aeropuerto internacional JFK durante 90 minutos cuando estaba listo para subir a un avión para regresar a su país.
En ese momento yo estaba transmitiendo en vivo por la cadena de Radio Pacífica, cuando el asistente del canciller me llama y me explica la situación. Inmediatamente decido llamar a Ramsey y le comunicó lo ocurrido y le pido que si podía ayudarnos y asistir a la misión diplomática venezolana en la ONU.
Yo dudaba que asistiera por lo tarde y lo repentino de la situación, pero ese día comprendí su compromiso y devoción por la justicia. Al llegar lo vi. Me sorprendí al verlo esperando tranquilamente, sin ser reconocido por los diplomáticos venezolanos que iban de un lado a otro.
Al llegar el entonces canciller de Venezuela Nicolás Maduro, se encontró con Ramsey y lo saludó enfrente de la misión. Roy Chaderton, quien era entonces el embajador de Venezuela en la OEA, le sirvió de traductor y los tres se apartaron y se produjo una conversación sobre qué decir y no decirle a la prensa. El actual presidente Maduro escuchaba atentamente. El ex embajador Charderton remató diciendo: “Muy importante la sugerencia”. La opinión de Ramsey era valorada ampliamente.
En otra fecha, el 13 de septiembre de 2013, nuevamente invité a Ramsey a protestar, en esta ocasión en contra de la misión diplomática de los Esta dos Unidos en las Naciones Unidas, y él asistió como siempre, sin dudar. En esa protesta íbamos a entregar un documento denunciando el intervencionismo estadounidense en Venezuela. Le pedí a Ramsey que si podía ponerse un abrigo tricolor con los colores de la bandera venezolana. En el acto dijo: “Si voy a representar a Venezuela debo usar el abrigo y será un honor”.
Nosotros desde cierta distancia, pudimos ver la cara de molestia que le causaba todo aquello al primer secretario de la embajada de EE.UU. ante la ONU.
Ramsey nos acompañó en un enorme número de actividades, no solo en la ciudad de Nueva York, sino también en Washington DC, Boston. Ramsey era un aliado incondicional.
Apoyo a la independencia y soberanía cubana
Ramsey no solo apoyó la causa soberana de Venezuela, sino también la de Cuba. Fue fuertemente crítico del proceso legal contra los “Cinco de Cuba”, denunciando todas las irregularidades judiciales del juicio. “Si yo fuese el Fiscal General hoy y me entero de esta campaña de propaganda durante el proceso de los Cinco, tendría que desestimar los cargos. Cualquier Fiscal General debiera hacer lo mismo”, expresó en esa ocasión.
Siempre valoró a la Revolución Cubana. Declaró a la prensa que “Fidel ha mostrado que es posible que un país en medio de la lucha sin recursos eduque, proporcione vivienda, salud, trabajo y todo lo que requiere la humanidad. Y miren al resto del mundo. Necesitamos ese modelo”.
Ramsey Clark murió este pasado 9 de abril de 2021 en su casa en la ciudad de Nueva York, a la edad de 93 años. Él fue un ejemplo de amor por el prójimo, de respeto a la vida y pasión por la justicia.
Como dijo Curtis Doebbler, quien fue colega y amigo de Ramsey por 30 años: “Habrá algunos que recordarán a Ramsey Clark como un hombre incómodo. Hay muchos más que lo recordarán como amigo de la justicia, los oprimidos, los explotados y el imperio de la ley. Quizás a él mismo le gustaría ser recordado simplemente como alguien que usó la ley para ayudar a otros”.
William Camacaro es analista del Consejo de Asuntos Hemisféricos de Washington DC (COHA).
Este artículo fue editado por Patricio Zamorano, Director de COHA